jueves, julio 6

# 13

Second chance –dos-

Los primeros diez minutos los dedica a imaginar como carajo es el accidente que provoca tamaño embotellamiento. No puede ser una estupidez, hace mas de media hora que esta parado en el mismo lugar.
Al avanzar un poco la interminable fila de autos con destino al centro ve una estación de servicio y decide tomarse un café tranquilo hasta que se destrabe todo.
Llama a la oficina y le avisa a su secretaria que hasta el mediodía pierda la esperanza.

En la tele pasan los goles del mundial 86 y se detiene a pensar en esa época, estaba terminando el secundario, ¿ Tanto tiempo pasó ? Casi 20 años, carajo.

No sabe como llegó de los goles al secundario y de ahí a muchas anécdotas, muchas caras de chicos que hoy son hombres y mujeres, con hijos, carreras, con las alegrías, frustraciones, recompensas y quilombos que va cargando la vida en cada espalda.
En una hoja en blanco anota los nombres que va recordando, su memoria no es la de antes pero igual llega a identificar 23 caras, risas, voces, poses, historias.
Los sinuosos caminos del inconciente son intrincados e indescifrables pues el nombre mas importante, sobre el cual giraron sus últimos tres años de colegio, queda al final de la lista, como rescatado – a las apuradas- del olvido.
Y después de surgir, brilla, invade todo, su mente –y también su encallecido corazón- se deleitan con los recuerdos, las alegrías y los sufrimientos de ese primer amor -arrollador y fascinante-, envolvente, seductor.
Carla, María Carla, pecosa, morocha, chiquita.
El brillo de tus ojos negros me va a acompañar todo el día.
El ruido de los autos lo arranca de su ensueño, vuelve –con algún tropezón- a la realidad, deja un billete sobre la mesa y parte hacia el escritorio.

Jaime aún no lo sabe, Carla se va con él.