viernes, noviembre 3

# 60

Second chance –Treinta y último-

Lo importante es amar
tan inmenso es el abismo
lo importante es desear
y no ser un muerto-vivo.

Fito Paez.


Vivir sin apuros es una bendición.
Si bien en sus comienzos fue duro, no se arrepiente del cambio.
Es -podría decirse- feliz.

Cuando conversa con Guido Jaime insiste en que el tema ya no le duele, que es un recuerdo cada vez mas borroso y que alguna vez se preguntaran si realmente sucedió todo eso, sabe perfectamente sin necesitar de apelar a su memoria que pasaron casi dos años desde el día de la balacera en Belgrano. Y que nunca en esos dos años habló con Carla y ni un día, ni un instante dejó de pensarla.

Ese lúgubre día en el que descubrió que era un asesino, un hombre frío y cruel, camuflado dentro de si mismo.
Aún hoy no puede evitar angustiarse al recordar la cruenta batalla que libró –y ganó- Carla contra la tenebrosa señora. Esa lucha en la que no pudo estar a su lado, no pudo tomar su mano, ni decirle alguna palabra reconfortante al oído, ni darle fuerzas.
Jaime estuvo “demorado” en la comisaría 21 hasta que su abogado terminó la negociación. No hubo condena, ni juicio, ni siquiera hubo homicidios. La SIDE no tenía interés en explicar la conexión entre sus agentes, Levy y la CIA.
Lo taparon.Oficialmente Levy murió en un cruento robo.

Lo llamó Guido y le pasó un mensaje de Carla. No podía, no quería convivir con otro asesino, no había atenuantes, el brillo metálico de sus ojos en ese día la perseguiría por siempre. Eso fue todo, desapareció –otra vez - de su vida.

Aturdido, Jaime trató de seguir adelante con su vida. Acomodó a su familia nuevamente en Buenos Aires después de una acalorada discusión con Zio Francesco. Él se mudó a un dos ambientes de Palermo.
Trabajó mucho para transformar la furia de Ana en una separación civilizada que no haga pelota a los chicos.
No encontraba su rumbo, perdió la pasión por su trabajo, no soportaba los estúpidos aires del nuevo Palermo, fashión, cool y vacío.

Lo que lo salvó fue su creciente e inquebrantable amistad con Guido.
Un día vendió la parte de la agencia a su socio, le compró una hectárea en Chascomús a Guido y le dio el resto de la plata a los chicos.
Construyó una casa muy simple con una galería gigante mirando a la laguna.
Volvió a lo básico.
Gana una quinta parte, pero trabaja poco y nada. En lo que le gusta.
Sus posesiones además de la casa son una Rambler modelo 68 negra (no llega a 20.000 kms) que le compró a un viejo gruñon del pueblo, un grumete que era del viejo Frers y un cuadro de la primera época de Carla que pudo sacarle a Guido después de emborracharlo casi todo un fin de semana.
La electricidad la usa solo para la heladera, un par de ventiladores de techo y el equipo de audio.
Lo demás es con velas, leña o kerosene.
No tiene PC, ni teléfono, ni aire acondicionado ni microondas.
Su alma no tiene paz, puede uno ser “casi feliz” ?

Hoy está triste, es viernes pero los chicos avisaron que este finde se quedan en Buenos Aires, están muy cerca y muy lejos a la vez.
Sentado en la popa del velerito disfruta de un café africano no tan fuerte y la sobrenatural visión de una espectacular tormenta viajando sobre la laguna. En una hora va a llover, apenas tiene tiempo de nadar.
Se tira al agua y con brazadas decididas se va alejando, siempre nada veinte minutos sin parar, hace la plancha dejándose llevar por las aguas y vuelve mas tranquilo.
Es su terapia.
Esta vez tiene que pegar la vuelta antes pues el temporal avanza mas rápido de lo previsto, hay olas pese a que el viento es suave.
Cuando esta llegando al muelle escucha la música de Fabiana Cantilo.

Sin querer, te lastimé / sin querer, te abandoné / sólo sé que yo no sé, / cuidarte de mi amor.

Capaz por estar pensando en los chicos, o por la tristeza que lo invade, o por el goce del viento sobre la cara, o las poderosas nubes de lluvia.

Necesito tu perdón, / necesito verte hoy / sólo sé que yo no sé, / cuidarte de mi amor.

Puede que por todo eso no la ve, no la oye cantar, no huele su tenue perfume ni adivina sus manos nerviosas. No se deleita con esa sonrisa melancólica apenas esbozada.

Si al final, siempre el tiempo se va / donde caen los días / si al final, / abrazarse al dolor no nos deja brillar.

Llega al muelle y la ve sentada en un costado con los pies en el agua, tarareando la canción mientras lo mira directo a los ojos. Se muerde el labio con un gesto infantil pero muy sensual.
Jaime sube al muelle y se acerca, le da la mano y la levanta hasta tenerla a su lado, cara a cara, perdiéndose y deleitándose en sus miradas cargadas de palabras nunca dichas.

Dime que será, / qué será de los dos / cuando pase la vida?
Algo ocurrirá, / tengo una sensación, / una carta guardada, / un buen signo del sol.


Unas gotas grandes –de esas que solo hay en una lluvia de campo- los empiezan a mojar. Ni se dan cuenta. Se acercan mas, se abrazan, Jaime cierra los ojos mientras le da unos besos en el cuello.
Y de repente se rien - como a los quince- y se besan.
El mejor beso del mundo.

Nada es para siempre / nada es para siempre. / No me digas mi amor, / que te falta valor, / porque nada es para siempre.

Risas, suspiros, besos, caricias, miradas. Sus almas reconciliándose en silencio.

Si pudiéramos hablar, / si pudiéramos dejarlo./Vos sabés que yo no sé, /cuidarte de mi amor.
Otra vez me equivoqué, / otra vez te abandoné. / Vos sabés que yo no sé, /cuidarte de mi amor.


El azar nos permite cambiar / nuestro incierto destino./ El temor que nos puede vencer / sin mirar más allá.

El viento cambia, los besos son mas ansiosos, las caricias mas profundas, las miradas mas frenéticas. Los suspiros son gemidos, la pasión los arranca del mundo.

Yo creo que al final,/ nunca sé dónde voy / pero sigo un camino.
Algo ocurrirá, tengo la sensación,/ una carta marcada, / un buen signo del sol.
Nada es para siempre,/ nada es para siempre, / no me digas mi amor,/que te falta valor, / porque nada es para siempre.


Sus almas los consumen, sus cuerpos los queman.
Las ropas caen y el universo pasa a un segundo plano.

Nada es para siempre / nada es para siempre, / si tu risa escapó, / si no escuchas mi voz.
Sabés, nada es para siempre...
Todo vuelve a mí, una vez más.


Después del vaivén, después del goce, después del disfrute, mucho después de recobrar los sentidos llega la consciencia.
Y recién entonces entienden que se cierra un círculo perfecto.
Que la dicha –plena y total- ha llegado.
El mundo vuelve a tener perspectiva, la vida vuelve a tener color.
Ahora son dos.
Ellos dos.