# 56
Second chance –Veintinueve-
Nada escapa, nada muere,
nadie olvida, eso lo sé.
Los Pericos.
Nada escapa, nada muere,
nadie olvida, eso lo sé.
Los Pericos.
Es facil olvidarse del mundo al navegar, el viento sobre la cara, el ruido del agua corriendo bajo el casco, el viento atacando las velas.
La mirada atenta solo a las olas –de noche siempre amenazantes- en la proa.
Pero hoy nada logra arrancarle una sonrisa a Jaime, Carla no responde ni sus sms ni sus llamados, es preocupante pues no tiene manera de contactarla, ni sabe donde vive, ni cual es su auto, nada.
De repente se acuerda, él le dio su tarjeta, se fija en la billetera, la ve y tiene un celular.
La boyas del Mitre titilan muy cerca, aquí hay señal seguro.
Prueba suena espera, y nada.
Vamos de nuevo, ahora se escucha un hola dubitativo.
Es Guido…
Le va contando, el hombre pregunta poco pero da siempre en la tecla.
Después es Guido el que habla, nada tranquilizante. Ayer llevó los chicos a casa de un amigo, en un barrio de chacras en Chascomús, allí son todos amigos y tienen muy buena seguridad.
Por la noche un grupo de tipos en dos autos entraron a buscar los chicos, primero intentaron por las buenas y después el tema se puso espeso, hubo trompadas, y cuando vieron que perdían sacaron armas. El resultado, los chicos siguen en Chascomús, hay dos supuestos agentes de la SIDE muertos, tres heridos y tres esposados. Dos amigos de Guido con heridas leves, Guido con una costilla fracturada pero entero. Estuvo negociando con la SIDE para que las cosas queden en paz, pues a los agentes no les interesa –para nada- que se corra la bola que fueron derrotados por un grupo de “mariposones”. Parece que los gays no están bien considerados en las fuerzas armadas y los servicios. No deja de ser cómico el asunto.
Pero Carla tampoco le contesta las llamadas a Guido. Mas que preocupado esta con un terrible cagazo, él siempre percibió una veta jodida en Levy y Ella nunca le hizo caso.
Como Guido conoce la casa quedan en hablarse en una hora y media y coordinar el lugar donde encontrarse para ir a buscarla juntos. Jaime no quiere saber nada pero reconoce que Guido tiene razón, solo y sin armas no logrará nada. Guido irá con unos cuantos amigos con experiencia en el tema.
Jaime hace rumbo a CUBA, ya que cree que será una cuestión de suerte, no es posible que Levy tenga hombres para vigilar todos los clubes. Y queda cerca de la casa en Belgrano R donde debe estar Ella.
Entra solo con el foque, y va directo a la primera boya que ve libre, en un par de minutos deja las velas adentro y se prepara para irse. Escucha una lancha que se acerca y se esconde, ese motor no es de una lancha de club, es poderoso.
Por el tambucho vislumbra un impresionante lanchón negro con tres hombres a bordo, navegan lento mirando cada barco, buscando algo.
Obvio, buscan a Jaime.
Si no son en extremo boludos lo van a encontrar en un minuto.
Mientras contiene la respiración manotea unas bengalas sin saber bien para que pueden servirle. Por algún imponderable no le prestan atención a su barco, es evidente que no saben nada. Siguen la recorrida alejandose despacio, el ruido del motor se transforma en un ronroneo y finalmente calla, deben estar cerca de tierra desde donde pueden vigilar todo.
En ese momento llama el celular. Jaime por poco muere infartado, en la calma de la madrugada el sonido le parece estrepitoso, lo mas rápido posible contesta con voz queda.
Es Levy. Sin darle tiempo a replicar lo amenaza, lo insulta, lo apabulla. Su ira es palpable, nada tiene que ver con el sonriente y cordial tipo que estaba en la exposición.
La amenaza final lo deja helado, ¡ Vas a seguir a Carla a la tumba !
Después de unos segundos -mezcla de estupor y un dolor sordo y opresivo- le contesta, glacial.
Huí, escondete, buscá un ejercito, nada te va a servir, nada te va a proteger, no te van a alcanzar las balas para pararme. Al mediodía vas a estar muerto, te voy a desfigurar a trompadas, te voy a matar yo mismo. Voy a aplastarte, no es una promesa…es un hecho.
Corta. Sin detenerse a pensarlo demasiado se desnuda hasta quedar en calzoncillos, sigilosamente entra al agua y nada hasta llegar a la marina, cuidando que no se mojen las bengalas y el telefonito.
Desde allí va caminando erguido, sin esconderse, hasta llegar a donde estaban los matones fumando y charlando estupideces.
Los toma por sorpresa, al que tiene mas cerca lo arroja al agua mientras patea al segundo y le quema la cara con una de las bengalas al último.
Le saca el arma y dispara a quemarropa sobre los tipos hasta vaciar el cargador de la pistola.
En dos minutos, todos muertos. No lo siente.
Busca mas balas, le saca la ropa a uno, encuentra las llaves de un auto, se pone una campera y mientras habla con Guido camina a paso rápido buscando el auto.
Va a matar a ese hijo de puta, sin vacilaciones ni remordimientos. Casi con placer.
Esta vez tiene menos suerte con el auto, es un gol. Por lo menos hay un paquete de cigarrillos adentro.
Le lleva menos de diez minutos llegar a dos cuadras de la casa de Levy, un barrio poderoso en la ciudad, grandes casas, algunas mansiones, departamentos de lujo y mucha seguridad, es en Avenida De Los Incas al lado de la casa de los Yoma. Ambas casas compiten en tamaño y ostentación, la de Levy ocupa casi media manzana y tiene salida a dos calles.
Estaciona a una cuadra y espera a Guido que viene caminando con otro tipo de lo mas fiero que Jaime ha visto en su vida, da miedo. Guido los presenta, el tipo se llama Carlitos, en vidas anteriores fue policía, ladrón, secuestrador y cuando finalmente logró escapar de los confines de la droga, se transformó en un experto en seguridad.
Les da su visión técnica, en pocas palabras, de forma escueta pero clara.
Acaba de entrar Levy con no menos de 5 tipos, y no saben cuantos ya estaban adentro.
El método ideal les demandaría tiempo, hombres y armas que no tienen.
Va a tener que ser a lo bestia, por la parte de atrás de la casa y a los tiros salvajes.
Cojones y balazos.
Solo ellos, con la 9 mm que tiene Jaime, Guido un 32 y Carlitos una impresionante pistola 44 y una escopeta de mano.
Dan la vuelta, no quieren darse tiempo para cobardías, saltan el muro y se esconden tras una enorme tipa, se acercan a la casa separados, Jaime por el centro, Carlitos por la derecha y Guido cubriendo el otro flanco.
Puede que no los esperen tan rápido, pues llegaron al área de servicios sin que los detecten. O puede ser una trampa.
Cuando entran se desata una catarata de disparos, gritos, humo y pólvora.
Es una locura, van a morir todos.
Carlitos es un kamikaze muy efectivo y letal, su escopeta en espacios chicos es una maquina de destrozar, mata hiere e inutiliza a muchos de los hombres de Levy.
Luego de un rato se hace un tétrico silencio, interrumpido por alguna queja de los heridos.
No tienen idea de cuantos quedan, pero Jaime sigue avanzando cauto sin acusar recibo de la sangre que cae por su hombro izquierdo.
Al salir de la cocina son atacados por dos hombres -Jaime los reconoce, son los guardaespaldas de Levy en la exposición- que aciertan a Carlitos –queda tirado en un ángulo extraño- y a Guido.
Ríen al disparar y se jactan de lo facil que es matar a un puto.
Guido, con varias heridas, se arrastra callado sobre su sangre y hace blanco perfecto en la frente del hombre mas alto, en ese momento aprovecha Jaime y liquida al otro, limpiamente. -Siempre confunden putos con cobardes...
Levanta a Guido y siguen caminando, cuando llegan al escritorio que está junto al living quedan pasmados al reconocer a Carla, ensangrentada e inmóvil en el piso, contra una pared.
A Jaime se le aflojan las rodillas, pero Guido le aprieta un brazo con fuerza.
-Ahora no podes hacer nada, buscá a ese hijo de puta, matalo antes que te mate a vos, yo me ocupa de Ella.
Aún aturdido Jaime va hacia la escalera y sube lento, sigiloso y pegado a la pared –le quedó de una vieja película- atento al peligro.
Cuando está por llegar al descanso del primer piso ve el caño de una pistola y alcanza a reaccionar una fracción antes del estallido, le quema el cuello mientras se enfrenta a Levy, no es consciente de todo lo que sucede, solo son pantallazos, flashes que retendrá su memoria. La cara enajenada de Levy, la fuerza brutal de sus manos, la pistola bajando lentamente sin que pueda evitarlo hasta quedar entre sus ojos. El movimiento rabioso que hace, pues no puede morir sin hacer justicia.
Surgen fuerzas, libera una mano y con violencia, casi con crueldad golpea a levy en la nariz, sintiendo como crujen sus huesos y se afloja la presión sobre la pistola.
Consigue que la suelte y lo ahorca, furibundo.
Levy se libera y trata de encontrar la pistola, Jaime la levanta primero y la tira por la ventana haciendo añicos el vidrio.
En dos pasos esta frente a él, lo mira a los ojos y le dice,
-Cobarde hijo de puta, te avisé.
Le clava su vieja navaja marinera a la altura del corazón.
Ve, siente, como se apaga la vida en los ojos de Levy, y lo deja caer.
Un pequeño estertor y nada después. Es un cadáver.
Baja la escalera y va hacia el living.
Guido esta en cuclillas sosteniendo a Carla entre sus brazos mientras llora.
-Respira, es un milagro pero respira...todavía.
La mirada atenta solo a las olas –de noche siempre amenazantes- en la proa.
Pero hoy nada logra arrancarle una sonrisa a Jaime, Carla no responde ni sus sms ni sus llamados, es preocupante pues no tiene manera de contactarla, ni sabe donde vive, ni cual es su auto, nada.
De repente se acuerda, él le dio su tarjeta, se fija en la billetera, la ve y tiene un celular.
La boyas del Mitre titilan muy cerca, aquí hay señal seguro.
Prueba suena espera, y nada.
Vamos de nuevo, ahora se escucha un hola dubitativo.
Es Guido…
Le va contando, el hombre pregunta poco pero da siempre en la tecla.
Después es Guido el que habla, nada tranquilizante. Ayer llevó los chicos a casa de un amigo, en un barrio de chacras en Chascomús, allí son todos amigos y tienen muy buena seguridad.
Por la noche un grupo de tipos en dos autos entraron a buscar los chicos, primero intentaron por las buenas y después el tema se puso espeso, hubo trompadas, y cuando vieron que perdían sacaron armas. El resultado, los chicos siguen en Chascomús, hay dos supuestos agentes de la SIDE muertos, tres heridos y tres esposados. Dos amigos de Guido con heridas leves, Guido con una costilla fracturada pero entero. Estuvo negociando con la SIDE para que las cosas queden en paz, pues a los agentes no les interesa –para nada- que se corra la bola que fueron derrotados por un grupo de “mariposones”. Parece que los gays no están bien considerados en las fuerzas armadas y los servicios. No deja de ser cómico el asunto.
Pero Carla tampoco le contesta las llamadas a Guido. Mas que preocupado esta con un terrible cagazo, él siempre percibió una veta jodida en Levy y Ella nunca le hizo caso.
Como Guido conoce la casa quedan en hablarse en una hora y media y coordinar el lugar donde encontrarse para ir a buscarla juntos. Jaime no quiere saber nada pero reconoce que Guido tiene razón, solo y sin armas no logrará nada. Guido irá con unos cuantos amigos con experiencia en el tema.
Jaime hace rumbo a CUBA, ya que cree que será una cuestión de suerte, no es posible que Levy tenga hombres para vigilar todos los clubes. Y queda cerca de la casa en Belgrano R donde debe estar Ella.
Entra solo con el foque, y va directo a la primera boya que ve libre, en un par de minutos deja las velas adentro y se prepara para irse. Escucha una lancha que se acerca y se esconde, ese motor no es de una lancha de club, es poderoso.
Por el tambucho vislumbra un impresionante lanchón negro con tres hombres a bordo, navegan lento mirando cada barco, buscando algo.
Obvio, buscan a Jaime.
Si no son en extremo boludos lo van a encontrar en un minuto.
Mientras contiene la respiración manotea unas bengalas sin saber bien para que pueden servirle. Por algún imponderable no le prestan atención a su barco, es evidente que no saben nada. Siguen la recorrida alejandose despacio, el ruido del motor se transforma en un ronroneo y finalmente calla, deben estar cerca de tierra desde donde pueden vigilar todo.
En ese momento llama el celular. Jaime por poco muere infartado, en la calma de la madrugada el sonido le parece estrepitoso, lo mas rápido posible contesta con voz queda.
Es Levy. Sin darle tiempo a replicar lo amenaza, lo insulta, lo apabulla. Su ira es palpable, nada tiene que ver con el sonriente y cordial tipo que estaba en la exposición.
La amenaza final lo deja helado, ¡ Vas a seguir a Carla a la tumba !
Después de unos segundos -mezcla de estupor y un dolor sordo y opresivo- le contesta, glacial.
Huí, escondete, buscá un ejercito, nada te va a servir, nada te va a proteger, no te van a alcanzar las balas para pararme. Al mediodía vas a estar muerto, te voy a desfigurar a trompadas, te voy a matar yo mismo. Voy a aplastarte, no es una promesa…es un hecho.
Corta. Sin detenerse a pensarlo demasiado se desnuda hasta quedar en calzoncillos, sigilosamente entra al agua y nada hasta llegar a la marina, cuidando que no se mojen las bengalas y el telefonito.
Desde allí va caminando erguido, sin esconderse, hasta llegar a donde estaban los matones fumando y charlando estupideces.
Los toma por sorpresa, al que tiene mas cerca lo arroja al agua mientras patea al segundo y le quema la cara con una de las bengalas al último.
Le saca el arma y dispara a quemarropa sobre los tipos hasta vaciar el cargador de la pistola.
En dos minutos, todos muertos. No lo siente.
Busca mas balas, le saca la ropa a uno, encuentra las llaves de un auto, se pone una campera y mientras habla con Guido camina a paso rápido buscando el auto.
Va a matar a ese hijo de puta, sin vacilaciones ni remordimientos. Casi con placer.
Esta vez tiene menos suerte con el auto, es un gol. Por lo menos hay un paquete de cigarrillos adentro.
Le lleva menos de diez minutos llegar a dos cuadras de la casa de Levy, un barrio poderoso en la ciudad, grandes casas, algunas mansiones, departamentos de lujo y mucha seguridad, es en Avenida De Los Incas al lado de la casa de los Yoma. Ambas casas compiten en tamaño y ostentación, la de Levy ocupa casi media manzana y tiene salida a dos calles.
Estaciona a una cuadra y espera a Guido que viene caminando con otro tipo de lo mas fiero que Jaime ha visto en su vida, da miedo. Guido los presenta, el tipo se llama Carlitos, en vidas anteriores fue policía, ladrón, secuestrador y cuando finalmente logró escapar de los confines de la droga, se transformó en un experto en seguridad.
Les da su visión técnica, en pocas palabras, de forma escueta pero clara.
Acaba de entrar Levy con no menos de 5 tipos, y no saben cuantos ya estaban adentro.
El método ideal les demandaría tiempo, hombres y armas que no tienen.
Va a tener que ser a lo bestia, por la parte de atrás de la casa y a los tiros salvajes.
Cojones y balazos.
Solo ellos, con la 9 mm que tiene Jaime, Guido un 32 y Carlitos una impresionante pistola 44 y una escopeta de mano.
Dan la vuelta, no quieren darse tiempo para cobardías, saltan el muro y se esconden tras una enorme tipa, se acercan a la casa separados, Jaime por el centro, Carlitos por la derecha y Guido cubriendo el otro flanco.
Puede que no los esperen tan rápido, pues llegaron al área de servicios sin que los detecten. O puede ser una trampa.
Cuando entran se desata una catarata de disparos, gritos, humo y pólvora.
Es una locura, van a morir todos.
Carlitos es un kamikaze muy efectivo y letal, su escopeta en espacios chicos es una maquina de destrozar, mata hiere e inutiliza a muchos de los hombres de Levy.
Luego de un rato se hace un tétrico silencio, interrumpido por alguna queja de los heridos.
No tienen idea de cuantos quedan, pero Jaime sigue avanzando cauto sin acusar recibo de la sangre que cae por su hombro izquierdo.
Al salir de la cocina son atacados por dos hombres -Jaime los reconoce, son los guardaespaldas de Levy en la exposición- que aciertan a Carlitos –queda tirado en un ángulo extraño- y a Guido.
Ríen al disparar y se jactan de lo facil que es matar a un puto.
Guido, con varias heridas, se arrastra callado sobre su sangre y hace blanco perfecto en la frente del hombre mas alto, en ese momento aprovecha Jaime y liquida al otro, limpiamente. -Siempre confunden putos con cobardes...
Levanta a Guido y siguen caminando, cuando llegan al escritorio que está junto al living quedan pasmados al reconocer a Carla, ensangrentada e inmóvil en el piso, contra una pared.
A Jaime se le aflojan las rodillas, pero Guido le aprieta un brazo con fuerza.
-Ahora no podes hacer nada, buscá a ese hijo de puta, matalo antes que te mate a vos, yo me ocupa de Ella.
Aún aturdido Jaime va hacia la escalera y sube lento, sigiloso y pegado a la pared –le quedó de una vieja película- atento al peligro.
Cuando está por llegar al descanso del primer piso ve el caño de una pistola y alcanza a reaccionar una fracción antes del estallido, le quema el cuello mientras se enfrenta a Levy, no es consciente de todo lo que sucede, solo son pantallazos, flashes que retendrá su memoria. La cara enajenada de Levy, la fuerza brutal de sus manos, la pistola bajando lentamente sin que pueda evitarlo hasta quedar entre sus ojos. El movimiento rabioso que hace, pues no puede morir sin hacer justicia.
Surgen fuerzas, libera una mano y con violencia, casi con crueldad golpea a levy en la nariz, sintiendo como crujen sus huesos y se afloja la presión sobre la pistola.
Consigue que la suelte y lo ahorca, furibundo.
Levy se libera y trata de encontrar la pistola, Jaime la levanta primero y la tira por la ventana haciendo añicos el vidrio.
En dos pasos esta frente a él, lo mira a los ojos y le dice,
-Cobarde hijo de puta, te avisé.
Le clava su vieja navaja marinera a la altura del corazón.
Ve, siente, como se apaga la vida en los ojos de Levy, y lo deja caer.
Un pequeño estertor y nada después. Es un cadáver.
Baja la escalera y va hacia el living.
Guido esta en cuclillas sosteniendo a Carla entre sus brazos mientras llora.
-Respira, es un milagro pero respira...todavía.
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