# 35
Suelo cantar –como indiferente- canciones de Pink Floyd para atraer mujeres.
Ellas mueren por tipos duros, con un dejo de ternura apenas visible, con un trasfondo de ingenuidad pugnando por salir a la luz.
Luego de captar su atención, en el momento menos esperado las sorprendo con estrofas de Sabina, o Sinatra, un lento -bien lento- de Phill Collins, para que confirmen lo que suponían, se conmuevan y bajen sus defensas.
Una vez logrado el objetivo – ese, obvio- al estar con ellas prefiero usar modos rudos y directos, con palabras bruscas -y hasta soeces- a discreción.
En el fragor de la batalla les encanta, luego les pesa admitirlo y a la hora de los reproches culpo, por supuesto, a la música poco sensible que atrofia mis sentidos.
Lo único que nunca permito es que elijan ellas las canciones pues no me gustan las melodías tristes y no veo por que decir tanto de mi.
Cuando llega la hora del compromiso, siempre encuentro una letra adecuada –y salvadora- sobre amores imposibles y atardeceres solitarios, sobre el lúgubre destino del hombre solo, triste.
Con este simple método he logrado a lo largo de los años no enamorarme, evitando sufrimientos innecesarios y terriblemente dolorosos.
Lo que no puedo entender, lo que estoy intentando descifrar es que falla con vos.
Se, estoy seguro de no equivocarme, que sigo todos y cada uno de los pasos.
No dejo que tu mirada hechice mi alma,
no permito que tu voz enturbie mis sentidos,
no siento tu piel quemando la mía.
Tus suspiros me son indiferentes.
Sin embargo y,
pese a los pronósticos estoy perdido sin vos.
pese a los augurios me encantás,
pese a las profecías -no escritas- me enloquecés,
a pesar de los presagios me estremecés.
Me enamorás.
Eclipsás mis poderes con alguna potente pócima que inunda mi esencia y derriba cada una de las murallas cuidadosa y solidamente construidas.
No tengo armadura.
Destruiste mi escudo, callaste mis excusas.
Adivinaste mi alma y fisuraste mi corazón.
Cavaste una trinchera para dos.
¿ Qué música escuchás ?
Ellas mueren por tipos duros, con un dejo de ternura apenas visible, con un trasfondo de ingenuidad pugnando por salir a la luz.
Luego de captar su atención, en el momento menos esperado las sorprendo con estrofas de Sabina, o Sinatra, un lento -bien lento- de Phill Collins, para que confirmen lo que suponían, se conmuevan y bajen sus defensas.
Una vez logrado el objetivo – ese, obvio- al estar con ellas prefiero usar modos rudos y directos, con palabras bruscas -y hasta soeces- a discreción.
En el fragor de la batalla les encanta, luego les pesa admitirlo y a la hora de los reproches culpo, por supuesto, a la música poco sensible que atrofia mis sentidos.
Lo único que nunca permito es que elijan ellas las canciones pues no me gustan las melodías tristes y no veo por que decir tanto de mi.
Cuando llega la hora del compromiso, siempre encuentro una letra adecuada –y salvadora- sobre amores imposibles y atardeceres solitarios, sobre el lúgubre destino del hombre solo, triste.
Con este simple método he logrado a lo largo de los años no enamorarme, evitando sufrimientos innecesarios y terriblemente dolorosos.
Lo que no puedo entender, lo que estoy intentando descifrar es que falla con vos.
Se, estoy seguro de no equivocarme, que sigo todos y cada uno de los pasos.
No dejo que tu mirada hechice mi alma,
no permito que tu voz enturbie mis sentidos,
no siento tu piel quemando la mía.
Tus suspiros me son indiferentes.
Sin embargo y,
pese a los pronósticos estoy perdido sin vos.
pese a los augurios me encantás,
pese a las profecías -no escritas- me enloquecés,
a pesar de los presagios me estremecés.
Me enamorás.
Eclipsás mis poderes con alguna potente pócima que inunda mi esencia y derriba cada una de las murallas cuidadosa y solidamente construidas.
No tengo armadura.
Destruiste mi escudo, callaste mis excusas.
Adivinaste mi alma y fisuraste mi corazón.
Cavaste una trinchera para dos.
¿ Qué música escuchás ?
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