99 -Regalitos-
El hombre estuvo pensando mucho en el regalo mas adecuado.
No llegó a nada.
Como siempre a último momento se dejó llevar por su instinto, abrió la palma de su mano y tomó un trazo de azul, y pese a que era su color desde hace mucho le gustó
Luego esperó paciente hasta que la luna se asomó -tímida- sobre el ocaso. Buscó un reflejo y -aunque estaba mezclado con un rayo de sol- lo guardó
Después le dedicó su mejor mirada, esa que viene de adentro sin ningún condicionamiento ni pretensión, también sería para ella
Dió un par de vueltas por la ciudad esquivando suspiros errantes y encontró unas gotas de lluvia -tan semejantes a sus lágrimas- que creyó serían perfectas para la ocasión
Por último escudriñó sin prisa alguna unos coquetos jardines de Belgrano R y sin culpa ni remordimiento robó la rosa mas bella que vió en su vida
El morral estaba lleno y sin embargo a él le parecía poco.
Entonces sonrió, y antes de evaporarse la sonrisa de su cara la capturó y la guardó también.
Se acordo de algunos buenos momentos y le regaló esa risa que invade todo.
Le seguía pareciendo poco y pensó en su alma, pero hace rato que ella tenía una parte.
Entonces, ya mas tranquilo, tocó el timbre y -raro en él- pacientemente esperó.
No llegó a nada.
Como siempre a último momento se dejó llevar por su instinto, abrió la palma de su mano y tomó un trazo de azul, y pese a que era su color desde hace mucho le gustó
Luego esperó paciente hasta que la luna se asomó -tímida- sobre el ocaso. Buscó un reflejo y -aunque estaba mezclado con un rayo de sol- lo guardó
Después le dedicó su mejor mirada, esa que viene de adentro sin ningún condicionamiento ni pretensión, también sería para ella
Dió un par de vueltas por la ciudad esquivando suspiros errantes y encontró unas gotas de lluvia -tan semejantes a sus lágrimas- que creyó serían perfectas para la ocasión
Por último escudriñó sin prisa alguna unos coquetos jardines de Belgrano R y sin culpa ni remordimiento robó la rosa mas bella que vió en su vida
El morral estaba lleno y sin embargo a él le parecía poco.
Entonces sonrió, y antes de evaporarse la sonrisa de su cara la capturó y la guardó también.
Se acordo de algunos buenos momentos y le regaló esa risa que invade todo.
Le seguía pareciendo poco y pensó en su alma, pero hace rato que ella tenía una parte.
Entonces, ya mas tranquilo, tocó el timbre y -raro en él- pacientemente esperó.
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