lunes, septiembre 25

# 44

Second chance –Veinticuatro-

Canción, llévame lejos
donde nadie se acuerde de mi
quiero ser el murmullo de alguna ciudad
que no sepa quien soy

Babasónicos.

Cuando entra al auto el “desmayado” está casi libre de sus ataduras, de un culatazo lo vuelve a la inconciencia.
Le pregunta al otro el nombre de su jefe o supervisor, cuando se niega le explica enfáticamente que si puede negociar, de ello depende que salgan con vida y enteros.El tipo le dice resignado el número.

Jaime es famoso por resolver cualquier asunto, por complejo que pudiera ser, con solo cinco llamados.

Primer llamada, la SIDE, habla con el “agente a cargo” un tal “Juan José” y plantea sus condiciones: Jaime libera a los agentes ilesos a cambio de un poco de información y el compromiso de no dañar ni a su familia ni a Carla. Es un trato, Juan José le cuenta todo lo que tienen sobre Levy. Jaime se va formando una idea del quilombo en el que están metidos y admite que es imposible salir indemne de todo esto.
Pero no tiene tiempo para deprimirse, debe moverse ya, sin un segundo extra.
Tiene que sacarse de encima a los agentes sin que puedan liberarse en las próximas cuatro horas cómo mínimo, necesita además un auto y otro celular.
Todo eso junto aparece de la mano del Almirante Irizar que estaciona su camioneta a unos metros del Toyota.

Jaime habla con El Almirante (Una leyenda viviente en el Yacht, 82 años, excelente estado físico, aburrido de estar retirado, con un patriotismo ciego y una paranoia crónica con la izquierda) y le miente sin culpa.
Quince minutos mas tarde está manejando la 4 x 4 mientras Irizar conduce el Toyota hacia Rosario con los agentes para depositarlos cerca de alguna comisaría.

Segunda llamada, Ana -su mujer-, para que agarre a los chicos, la ropa indispensable, toda la plata que encuentre y se vaya ya mismo a lo de su madre, lo espere en la cochera sin salir del auto ni hablar con desconocidos, sin importar el motivo. Cuando también le pide el número de teléfono de su tío Franchesco, el que vive en Nuoro –cuna de la mafia sarda- Ana se da cuenta que es una cuestión de vida o muerte y guarda todas sus preguntas para mas tarde. Está aterrada.

Tercer llamada, Andrés su socio. Pocas palabras, el martes tendrá toda su plata transferida a la cuenta de Uruguay, no sabe cuando vuelve, después le explicará.

Cuarta llamada, Zío Franchesco. No lo ubican pero toman su número y le contestará el llamado, es lo usual pero igual recalca que es urgente.
En solo cinco minutos lo llama, le explica la situación sin omitir nada en su mas que rudimentario italiano, Zío Franchesco entiende, solo pregunta lo imprescindible. Queda todo claro, a la mañana siguiente estará todo listo en el lugar convenido.

Quinta llamada, Levy de nuevo. Sin titubear le dice que está frente a la casa de su madre, la Sra. Levy es encantadora y le manda saludos. Corta sin dar importancia a las puteadas y amenazas histéricas de Levy.

Esta vez se necesita mas, sexta llamada, Carla. No le contesta, carajo !
Duda unos instantes, pero ya sabe que hará, no se apartará del plan original. Las prioridades deben respetarse.

Llega al punto de encuentro, entra a la cochera y después de unos segundos se baja y pasa a los chicos y Ana con todas las cosas a la camioneta.
Ana no habla, pero lo mira con los ojos llenos de reproches y preguntas.
- Después, Ana, no hay tiempo ahora.

Da algunas vueltas sin sentido y cuando cree que no lo siguen se dirige rápido al otro club, en San Fernando. Una vez adentro sabe que es casi imposible que lo enganchen, hace bastante que no va por allí.
Estaciona cerca de la amarra del “Animal” un match 30 que usa mucho menos que lo que el quisiera, diez metros de pura sangre, nada cómodo pero muy veloz, cubierta amplia y un interior espartano, acomoda todo el equipaje lo mejor que puede, pasa a los chicos que están dormidos, todo en casi una hora, son las 10 y media de la noche, va a comprar algo de comida, en media hora soltarán amarras.

A medianoche hacen rumbo 100º dejando por la popa el aeroparque y las luces de la costanera.
Si bien no hay nubes la noche sin luna es oscura, y solo un experto podría saber que están ahi, sin luces, la radio apagada, sin motor ni deflector de radar y con velas de kevlar. Solo los delata el ruido del agua contra el casco.
Jaime lleva el barco como un experto, sin que flamee ni un ápice la mayor, aprovechando al máximo el intenso y sostenido viento del sur. Mucho antes del día estarán amarrados en el arroyo, falta poco. Le preocupa que sea todo tan fácil.
Lo invade una calma sensación de placer, el mismo de siempre, después de cruzar el Mitre cuando no se oye mas el ruido de la ciudad.
Está relajado cuando Ana se sienta a su lado y sin decir una palabra exige explicaciones.

Mientras la popa se pierde rumbo a Uruguay lo único que se oye sobre el susurro del viento es la voz de Jaime, monocorde, cansada, rendida.
Flota unos segundos sobre el agua antes que el viento Sud se la lleve lejos, muy lejos.